Pandemia en tiempos de globalización
- Rocio Salloum
- 27 may 2020
- 7 Min. de lectura
“Me llenaba de sombríos pensamientos acerca de la desgracia que estaba cayendo sobre la ciudad”, manifestó el escritor Defoe para referirse a la plaga que azotó a Europa hace 356 años atrás.
“Diario del año de la peste”, una crónica sobre los estragos que causó el rebrote de la peste negra o bubónica (era una infección que se trasmitía a través de la picadura de pulgas de roedores, como las ratas) en diciembre de 1664. Dicho texto fue escrito por el inglés Daniel Defoe (1660-1731) y será reeditado por la editorial Mansalva este año. Él tan sólo tenía cuatro años cuando la plaga llegó a su país, y en 1722 publicó la novela por primera vez.
Antiguamente, lo que hoy se conoce como globalización no existía. Los únicos medios de comunicación que había eran las cartas y los mensajeros que transmitían las noticias de boca en boca. Actualmente, los massmedia y las redes sociales son parte de la vida cotidiana y hay una sobre información.
Esto se relaciona con la definición de “aldea global”, desarrollada por el filósofo y sociólogo canadiense Marshall McLuhan (1911–1980). El cual piensa que el planeta Tierra se convirtió en una especie de pueblo de enormes dimensiones donde los individuos, gracias a la televisión, la radio y otros medios, pueden enterarse de todo lo que pasa en cualquier lugar del mundo en cuestión de minutos.
El historiador argentino Ariel Peña comentó: “Lo interesante de comparar esto con el concepto de aldea global es que en esa época no existían herramientas de viaje rápido y todo tardaba el doble o el triple, ni todo el mapa del mundo estaba descubierto”. Además, aseguró que “en la aldea de ese momento había pocas tecnologías, y en ésta hay mucha, pero en ninguna de las dos se encontró la cura inmediata”.
En el momento en que Defoe escribió el texto, ya no era ese nene de 4 años que había sido cuando atravesó la epidemia. Su texto, mediante los detalles que describe, se puede imaginar aquel panorama, lo que vio y vivió con sus propios ojos. Se observa el miedo y la desesperación en él y en las personas que lo rodeaban, que no querían salir de sus hogares ni para comprar provisiones.
En la crisis sanitaria de aquel entonces, durante el feudalismo, no existía un sistema de salud. Tampoco había impuestos pero pagaban renta; es decir, debían abonarle a un privado. “Todos esos reyes generalmente destinaban gran parte de la ganancia a fiestas, no existía la reinversión para esa gente, o sea quedaba todo en nada”, confirmó el historiador Ariel.
En esa época, no poseían la presencia de un Estado, el cual, actualmente termina siendo el mayor damnificado, ya que es el encargado de proveer salud; y se conoció la estructura de sanidad de cada país a nivel mundial. Peña destacó que “en el caso de China se nota que es muy bueno, porque en 15 días levantaron dos edificios para atender a la pandemia, y en Italia o Argentina, se tuvieron que encuarentenar 400 días porque saben que si no el sistema de salud colapsa”.
En Londres, Defoe, su familia y sus vecinos, se enteraron en septiembre del 64, que la peste negra estaba de vuelta en Holanda. Corrían muchos rumores al respecto de cómo volvió a circular el virus. En la novela, el autor describió que “el Gobierno estaba bien informado del asunto, y que se habían celebrado varias reuniones para estudiar los medios de reaparición de la enfermedad, pero todo se mantuvo muy secreto”.
En el mundo, con la aparición del COVID-19, pasó algo similar. Todavía se está investigando sobre el origen de la enfermedad, ya que se dicen diferentes verdades y a pesar de que los medios de comunicación nos ayudan a mantenernos en contacto, también se produce tergiversación de información.
Sin embargo, Agustín Adúriz-Bravo, profesor de la UBA declaró: “Mantener los casos en secreto me parece que no era el caso ni en ese momento, ni ahora. Salvo algunos gobiernos extraños, podría ser algún país asiático. En general, todas las autoridades proveen información de buena calidad y no les queda más remedio porque están auditados por organismos públicos y trasnacionales”.
Tanto la peste que estuvo en el año 1664, como el coronavirus en el 2020, afectan de manera política, económica, social y psicológica. La población debe adaptarse a una situación nueva a la que no estaban acostumbrados. El mundo que existía paró y la paranoia invadió a la sociedad.
Algunas similitudes que se pueden encontrar entre los dos sucesos son las siguientes: la propagación del virus comenzó con un caso aislado de contagio que luego se expandió, hubo aislamiento de los enfermos, mucha limpieza en la calle, prohibición de eventos y festejos masivos, y cierre de rutas para evitar que las personas se trasladen de una zona a otra.
El docente Agustín -en comparación al texto de Defoe y el coronavirus- dijo que “el tratamiento de los países protestantes era muy similar al actual, de un gobierno fuerte que tomaba las riendas e indicaba todo y mandoneaba a la gente, ponía cuarentenas e informaba los casos, eso es igual”.
Por su parte, Martín Bauer, gestor cultural y director de Colón Contemporáneo del Teatro Colón destacó que “el texto de Defoe es una descripción bastante cercana a lo que sucede hoy con el coronavirus. Todo lo que él dice sobre el confinamiento, todo lo que él trasmite respecto a la ignorancia de qué se trataba la peste, ahora tampoco sabemos”.
“La globalización es la gran diferencia entre la pandemia actual y todas las anteriores. La rapidez de las noticias en tiempo real y como se diseminan por distintos medios cambia mucho la percepción general”, confesó Adúriz-Bravo. Además, agregó: “Tiene para bien que se difunde datos de buena calidad, sobre cuidados, salud y prevención, y lo malo que produce esta infodemia es que hay data de dudosa fuente, que manipula a la gente, ideologiza y empobrece la comprensión pública del coronavirus”.
Con el avance tecnológico se está más conectado. Desde el punto emocional, la tecnología permite cercanía entre los seres queridos mediante una pantalla ya que no se los ve en persona, pero la gente tiene la capacidad y los recursos para hacer video llamadas, por ejemplo.
La evolución digital influye en la educación, como con las clases virtuales que les permite a los alumnos aprender y a los profesores enseñar. Sin embargo, Alejandro Pujalte, docente e investigador en el Instituto CeFIEC de la UBA manifestó: “Algunes estudiantes a veces no tienen disponibilidad de medios tecnológicos para poder acceder. De repente hay un solo celular en una casa y lo comparten los padres y los diferentes hijos para todo”.
Varios empleos pueden seguir funcionando mediante el formato “home office” (trabajo desde casa). Aunque, gran parte de la población no se puede dar este lujo, y necesitan si o si reabrir sus locales o fábricas para tener más ingresos que gastos, o al menos obtener ganancias para subsistir.
Otro concepto con el que se puede relacionar el “Diario del año de la peste” y la globalización, es con el término “Sin Fronteras”. Esto se puede tomar desde dos puntos de vista. El primero, vinculado a la expansión de la enfermedad. La epidemia demuestra que no importa que tan alejado esté un país del otro, el virus atraviesa cualquier límite una vez que ya está instalado. “La infección se había extendido más allá de cualquier posibilidad de detenerla”, escribió Defoe en su texto del año 1722.
La segunda cuestión, se relaciona con la comunicación, por el ya mencionado efecto global. Mediante los medios digitales o audiovisuales, como televisión y radio, uno se informa de lo que sucede en cualquier parte del mundo gracias a sistemas o servicios de Internet como WIFI o las funciones de 3G, 4G o hasta 5G que contienen los smartphones.
“Hay algo que también me parece similar, él dice en su novela que había muchos hechiceros o brujos que trataban de encontrar alguna explicación o que decían cosas sin tener mucha idea y es lo mismo que ocurre ahora con los periodistas. O sea que tampoco hay tanta diferencia”, afirmó el gestor cultural Bauer. “Sí, obviamente hay una cantidad detalles que no son adaptables pero en el espíritu general me parece que el ‘diario de la peste’ retrata perfectamente bien lo que estamos viviendo”, añadió.
A pesar de que la sociedad actual está atravesando un hecho histórico, este no es ni el primero ni el último. Una de las diferencias importantes que existe entre las otras plagas anteriores y el COVID-19 está relacionada con la mediatización. Años atrás, las noticias no podían correr con tanta inmediatez y facilidad de un lugar a otro, ya que faltaban los recursos necesarios.
Tampoco había una gran población a nivel mundial como ahora, donde la propagación del virus se expandió con más velocidad en base a la cantidad de turistas que viajan por diferentes países. Antes, el contagio se provocó de una forma más comunitaria, o sea entre las mismas personas que se encontraban en esa zona; a pesar de que el contagio podía haber llegado mediante algún individuo que se trasladó por lugares cercanos.
Al leer el relato del inglés Defoe, uno se puede transportar automáticamente a la realidad. Desde el lado político-social, se observa como la gente debía mantenerse en sus hogares por orden de las autoridades para evitar la propagación del virus y solo podían salir quienes tenían las certificaciones de circulación.
También, se distingue el dilema económico, ya que el mismo autor recuerda que había dos asuntos a resolver: la economía y la salud. Lo mismo que está sucediendo ahora, esa “guerra entre bandos”, donde algunos prefieren o deben priorizar los asuntos económicos, y otros los temas de sanidad.
Por último, se vincula con el estado psicológico, donde se detalla ese miedo o desesperación, tanto con el terror de salir y contagiarse, como el mismo estrés que les generaba tener que mantenerse encerrados.
Entonces, si bien hay similitudes entre las situaciones de pandemia, uno de los ejes fundamentales en la modernidad es la globalización, que surgió desde mitades del siglo XX. Es decir, más allá del procedimiento que se realice para evitar la propagación o buscar tratamientos que frenen una epidemia, la era digital influye en los procesos socioculturales, políticos y económicos porque algo que pasa no queda en un solo lugar, si no que se transmite a nivel mundial.
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